Artículo publicado en Revista Critica de Ciencias Sociais 16(16):1-20, Edición No. 16, 1- (2018)
Como mayas contemporáneos nos inculcan el silencio estructural como forma de negación de nuestro propio ser, nos educan para callar nuestros pensamientos, nuestras raíces mayas, nuestras sexualidades, el lenguaje propio de nuestra región, pero al mismo tiempo en el seno familiar y local nos enseñan la vida en comunidad y el poder de la palabra cuando esta misma es amplificada por muchas más voces que comparten el mismo sentir o pesar, claro que el subalterno puede hablar pero su voz en muchas ocasiones no es una voz solitaria, es una voz acompañada, y es en esta misma colectividad que toma fuerza para dialogar no solamente con los que ejercen sobre ellos su poder, sino también con otros subalternos. El presente ensayo surge como un intento de teorización introspectiva en diálogo tanto con diversos autores poscoloniales como Spivak y Fanon, como con mis ancestros cuya palabra en este texto estará basada en el los libros del Chilama Balam de Chumayel, y diversos investigadores y poetas mayas contemporáneos que al igual que yo procuramos con nuestras identidades subalternas heterogéneas aportar elementos a las discusiones, diálogos y prácticas que permitan generar sociedades que reconociendo su diversidad sean menos desiguales. Se distinguen como elementos emancipadores el idioma maya y los saberes que con él han resistido en la subalternidad durante cientos de años, entre ellos la existencia de una tercera posibilidad del género que se plantea como un espacio vivo del ser y existir en donde pueden, por un lado, dialogar todos aquellos seres pertenecientes a diferentes cosmovisiones alrededor del mundo que tampoco caben dentro del binarismo sexo-genérico hombre-mujer, y por el otro, posicionarse conjuntamente para crear nuevas formas de diálogos horizontales con la porción de occidente que precisa nutrirse (no extractivistamente) de estas otras formas del ser para sobrevivir a estos tiempos modernos